Tres cosas que aprendí cuando mi avión se estaba estrellando

Hay quienes afirman cómo tras escuchar este discurso de apenas 4 minutos, no son los mismos. Es un relato de hace años pero por distintas circunstancias, hoy es un magnífico día para recordarlo y para que seáis vosotros quienes juzguéis si os movió algo…. si os hizo pensar… reflexionar… si algunas de las palabras o frases se os agarraron por dentro para no soltaros o si os estremeció sin saber exactamente nada más:

“Imaginen una gran explosión cuando estás a 900 metros de altura. Imaginen un avión lleno de humo. Imaginen un motor haciendo clac, clac, clac, clac, clac… Suena aterrador. Bien, yo tenía un asiento único ese día. Estaba sentado en el 1D. Era el único que podía hablar con los asistentes de vuelo, así que de inmediato los miré, y dijeron: “no hay problema; probablemente golpeamos algunas aves. El piloto ya había virado el avión, y no estábamos tan lejos. Se podía ver Manhattan. Dos minutos después, tres cosas sucedieron al mismo tiempo. El piloto alineó el avión con el río Hudson. Generalmente esa no es la ruta. Apagó los motores. Imaginen estar en un avión y sin ruidos. Y luego dijo tres palabras: las tres palabras más impactantes que haya escuchado nunca. Dijo: “Prepararse para el impacto”. No tuve que hablar más con la asistente de vuelo, pude verlo en sus ojos, era terror. La vida se terminaba. Quiero compartir con ustedes tres cosas que aprendí sobre mí mismo ese día.

Aprendí​ ​que​ ​todo​ ​cambia​ ​en​ ​un​ ​instante. Tenemos esta lista de cosas para hacer antes de morir, estas cosas que queremos hacer en vida, y pensé en toda la gente a la que quería llegar y no lo hice, todas las cercas que quería reparar, todas las experiencias que he querido tener y nunca tuve. Mientras pensaba en eso más adelante, me vino una frase que es: “colecciono vinos malos”. Porque si el vino está listo y la persona está ahí, lo voy a abrir. Ya​ ​no​ ​quiero aplazar​ ​nada​ ​en​ ​la​ ​vida. Y esa urgencia, ese propósito, realmente ha cambiado mi vida.

Lo segundo que aprendí ese día…Y esto es mientras evitábamos el puente George Washington, que no fue por mucho… pensé sobre… realmente siento un gran pesar. He vivido una buena vida. En mi humanidad y con mis errores. He tratado de mejorar en todo lo que hice. Pero en mi humanidad, también di ​lugar​ ​a​ ​mi​ ​Ego.​ ​Y lamento el tiempo que desperdicié en​ ​cosas​ ​que​ ​no​ ​importaban​ ​con​ ​gente​ ​que sí​ ​importaba.​ ​Y pensé en mi relación con mi esposa, con mis amigos, con la gente… Y después, cómo medité en eso. Decidí​ ​eliminar​ ​la energía​ ​negativa​ ​de​ ​mi​ ​vida.​ ​No es perfecta, pero es mucho mejor. Ya no trato de tener razón; elijo ser feliz.

Lo tercero que aprendí… y esto es como que tu reloj mental va descontando, “15, 14, 13..” ves el agua aproximarse, estoy diciendo, “por favor vuela”… no quiero que esto se rompa en 20 piezas como se ven en esos documentales. Y mientras descendíamos tuve la sensación de… morir no da miedo. Es casi como que hemos estado preparándonos para ello toda nuestra vida. Pero fue muy triste. No me quería ir. Amo mi vida. Y esa tristeza se enmarca en un único pensamiento, que es, sólo deseo una cosa, ojalá pudiera ver a mis hijos crecer. Y para mí esa​ ​era​ ​toda​ ​la​ ​razón​ ​ ​de​ ​ser​ ​del​ ​mundo.​ ​ ​En ese punto comprendí, al conectar esos dos puntos, que lo único que importa en mi vida, es ser​ ​un​ ​gran​ ​padre.​ ​Sobre todas las cosas, la única meta que tengo en la vida es ser un buen padre.

Se me concedió el milagro de no morir ese día, y se me concedió otro regalo que fue la posibilidad de mirar el futuro y volver y VIVIR DE OTRA FORMA.

A ustedes que están volando hoy les desafío a que imaginen que lo mismo les pasa en su avión (y por favor, que no sea así), pero imaginen: ¿qué cambiarían, qué es lo que harían que aún esperan hacer porque piensan que van a vivir para siempre? ¿Cómo cambiarían sus relaciones y la energía negativa en ellas? Y lo más importante: ¿están siendo los mejores padres que pueden?».

Ric Elias, superviviente del accidente de avión que aterrizó en el río Hudson. Nueva York, 2009.