POR SUS HECHOS LOS CONOCERÉIS

¿Hay algo que toque más el corazón que el sufrimiento humano?

Nos conmueve a tal punto de caer en una fe ciega ante la comprensión del que nos pide ayuda ante una enfermedad, minimizando cualquier dato de realidad que contradiga tal sufrimiento o ni siquiera somos capaces de percibir determinadas incongruencias en sus personas.

Las mentiras pueden estar determinadas por presión de las circunstancias y otras cuya motivación central es interna (O. Rank). Es necesario diferenciar la mentira en tanto para evitar una situación de displacer de la relación entre mentira e instancia moral.

Estas personas que utilizan la enfermedad para aumentar sus cuentas corrientes actúan como carroñeros camaleónicos que se apropian de la empatía de las buenas personas. Impostores que rozando lo patológico pretenden ser aquello que desearían ser… a costa de cualquier cosa. Empachados de actitud cínica, pues saben que están mintiendo, acaban siendo los lobos disfrazados del cuento.

Cierto es que en las películas, todos deseamos saber quién es el malo… es como si ese personaje nos atrapara de algún modo. Como si no pudiéramos prescindir de los “malos”. Hasta tal punto es así que cuanto más malo sea “el malo”, mejor es la película.

Pero los malos de esta historia son reales… no actúan en la pantalla sino que con su mejor interpretación del sufrimiento humano consiguieron el Goya de honor al acto más inhumano.
Seres omnipotentes cosechando la creencia de que pueden hacer de la realidad y con la realidad… lo que deseen. Nuevamente aparece la frase en este rincón de la búsqueda de sentido: “no vale todo” casi como un principio absoluto. Pero a su parecer, hay formas con las que atravesar el corazón de la gente buena y esperanzada en vivir. Formas sin forma. Lucrativas formas.

Hace apenas unos días, escuchaba la noticia de la “Operación Impía”: La Fundación Mataró, en Mallorca, aparece acusada por un supuesto delito de estafa continuada. Cinco detenidos y más de 600.000 euros conseguidos a través de dicha fundación en la que se habría desarrollado el medicamento falso que curaba el cáncer. Concretamente se administraba para un tipo de tumor cerebral (tumor incurable realmente). ‘MINERVAL’, no se compraba sino que se conseguía a través de donaciones ya que carecían de autorización para su venta por parte de la Agencia Española del Medicamento.

Aprovechando su condición profesional de catedráticos de la universidad, enriquecían sus bolsillos gracias a la desesperación y las lágrimas de personas enfermas… Familiares que se agarraban a la mínima esperanza por no perder a su persona amada… Más de 26.000 euros llegó a pagar un padre por un frasquito de este producto para salvar a su hija, sin saber que lo que había detrás eran carroñeros vestidos de bata blanca y alma negra. Más de veinte familias estafadas que dormían con la ilusión de vivir, sin saber que lo que adquirían a elevadísimos precios era simplemente ácido oleico como base, más una serie de elementos y compuestos. Algo totalmente inocuo y sin ningún efecto positivo.

Para aumentar la gravedad de este asunto, resulta que el laboratorio desde el que sale este medicamento, desde el que estos catedráticos hacían sus investigaciones para curar el cáncer, pertenece a la universidad pública. Usaban las instalaciones del laboratorio de la universidad para lucrarse a nivel personal. Más aún: después de los cuatro millones de euros que se aportaron desde fondos de las Islas Baleares para financiar este fármaco. Y no acaba aquí la tragedia, sino que llegaban a alterar los resultados de las pruebas de los usuarios de este medicamento para engañarlos haciendo ver que el tumor estaba remitiendo. Llegaban a manipular imágenes del tumor con Photoshop.

Una vez más aparece la enfermedad como modo de llenar las sacas propias mientras el dolor lo sostienen los ajenos.

Empezamos a considerar esta barbaridad cuando hace meses la noticia del fraude de los padres de Nadia, la niña enferma de tricotiodistrofia, nos dejaba atónitos de tales actos. Un estafador en toda regla que tras años pidiendo donaciones para pagar las operaciones que supuestamente su pequeña necesitaba para sobrevivir, usaba a su propia hija como mercancía y objeto en un beneficio, no sabemos si sólo económico.

Pero hace unas semanas volvimos a toparnos con la estafa de 250.000 euros de Paco Sanz. Más de 8.000 personas volcadas en ayudar a un desconocido, porque sí, porque no querían que muriera, porque querían aportarle un solo segundo más de vida sin saber que él se burlaba y mofaba de todos ellos porque lo que quería no era la vida, sino “la visa”. Hemos visto vídeos repugnantes en los que pedía ayuda simulando tener cáncer, cachondeándose de sus falsedades y haciendo sentir a las personas de buena fe una indefensión abismal. Esa burla patológica de las tomas falsas de sus recetas para hacernos comer sus mentiras, propias de rasgos psicopáticos de libro, no estaban solas sino que venían acompañadas de sus padres y su novia de 19 años. Me pregunto cuánta ambición y maldad caben en 19 años…

Este tipo de engaños y mentiras están generando grietas enormes y puede que incurables en los lazos sociales… ¿Este es el reflejo de nuestra sociedad? Ya no solo nos engañan los políticos y los banqueros, sino que también nos mienten los catedráticos. Ahora los padres se dan así mismos las “galletas” por una pelota rodando en el suelo y los que creemos que están en el hospital de día con la vía de “dacarbazina” se ríen a carcajadas de su maléfica intención. Esto es lo que parece asomar en las escrituras de este país.

Nos están dejando heridas sin tiritas en la convivencia social y la empatía, en la comprensión y la solidaridad, en la ayuda al que está en una situación de sufrimiento…

La humanidad de lo inhumano.

Pero aún hay algo coincidente con estas noticias que me deja perpleja aun más en un sin sentido… No solo han puesto a caldo (bien guisado por cierto) a este infame en las redes sociales, sino que con un caldo parecido se adereza también a Amancio Ortega tras la aparición de la noticia de su donación de 320 millones de euros a la sanidad pública para equipamientos diagnósticos y tratamientos oncológicos. Han puesto verde al señor Amancio por ayudar a que nuestros ángeles oncológicos combatan bien armados las diarias batallas al duelo.

A Amancio Ortega se le cuestionan los verdaderos motivos por los que ha soltado tan necesario pastizal. Oí hasta una crítica por hacer pública su donación. Es decir, ¡le criticaban por no haber hecho su donación de forma anónima! ¿Por qué alguien se cree con real derecho de entrar a cuestionar los motivos por los que hace esta donación?

No debemos entrar en si lo hizo por escaqueos fiscales ni tampoco entrar en por qué no produce aquí y sí allí… Cuestionar el modelo de producción de Inditex es otro asunto… Sí podemos en cambio preguntarnos por qué tiene que irse de su país… O por qué no le sale rentable quedarse. Creer que hay razones de peso para este acto donativo es muy lícito pero: ¿y si la razón es porque le da la gana?¿Porque le toca a nivel personal el tema del cáncer? Entrar a ensuciar lo que nos da por el simple hecho de criticar no es comprensible.

Por si alguien no se enteró aun el señor Amancio no los robó… LOS DONÓ. Los regaló para que cuando tu hijo, tu padre o tu futuro nieto atraviesen el largo e incierto camino del cáncer, lo hagan con mucha más esperanza, mucho menos sufrimiento y mucha más vida. Porque tú puedes ser el siguiente… y si tus ángeles oncológicos pueden a través de mejores equipos técnicos llegar a un diagnóstico exacto, hablamos de vivir.

Parece que algunos encuentran un gran goce interno en despellejar al prójimo. La verborrea sádica que se escupe no debe salir sino de una bilis putrefacta, sin razón de ser, solo puede hallarse en los débiles envidiosos que jamás podrán volar a rincones de bondad.

¡Hacedlo vosotros! Donad a la sociedad entera algo que no sea esa incontinencia verbal y tecnológica. Es muchísimo más divertido pensar mal. PENSAD MÁS Y JUZGAD MENOS. Ayuda para toda una sociedad con la que se podrá contar con 300 equipos de última generación, tratamientos más precisos y mucho menos tóxicos; lograr que la radiación sea exacta.

Gracias SIN PEROS señor Amancio.

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