Vivir sin mamá

«Un día como hoy mi hermano volvió a nacer; bueno, en realidad sería una noche como hoy porque el accidente ocurrió sobre las 22:30 de la noche. Una noche muy cerrada y cubierta de niebla. Nada tiene que ver con este sol de hoy».

Así comenzó mi mañana. Esta mañana del 20 de noviembre de 2020 en mi sesión de las 9:15am. Un trocito de sesión de mi querida paciente M, de mami. Con todo su permiso y todo mi cariño.

«Salvó su vida siendo un bebé de dos años, y en la oscuridad de la noche, desorientado y envuelto en llanto, fue capaz de encontrar a su mamá, a mi mamá, y acurrucarse junto a ella. Salvó su vida pero perdió a su mamá. A mi mamá. Y eso nos marcó de por vida».

Perder a los progenitores cuando aún somos bebés puede producir un daño psíquico irreparable.
Estas roturas influyen en la constitución, desarrollo y

Winnicott concebía al bebé desde una primera unidad indivisible madre – hijo, y a la que se sumará el padre algo después. Plasmaba esta preciosa ecuación:
Un bebé atendido por una madre volcada a él y el padre como sostenedor de este vínculo desde su inicio.
Winnicott entendía que no existe bebe sin su madre, y que no hay madre capaz de cumplir con todos los requerimientos del bebé en sus primeras etapas, si no hay un padre o 3° que haga la función de contener a esa madre. En definitiva habla de SOSTENER.
El uno al otro…y el otro a ambos.
No nos detengamos en las figuras de madre/padre sino en funciones materna/paterna ya que Winnicott siempre habla de «sustitutos».

Pero no siempre aparecen figuras de sostén o cuidadores que ejerzan la función materna o paterna y quedar huérfano supone la ruptura con el mundo, con la realidad…. quedamos heridos, abandonados y con un sentimiento de vacío que trataremos de llenar de realidad o de fantasía. Quedamos en oscura soledad.

Huérfano: «Que carece de una cosa, cualidad o característica necesaria; en especial de algún tipo de protección o ayuda de la que debería gozar».

Quedar sin amparo. Sin protección.

Con las figuras paternas, y en concreto en esos dos primeros años de vida con la figura de la madre, podremos reconocernos y ser reconocidos.
La capacidad de sostener al niño, de recoger su incomodidad, sus llantos, sus emociones displacenteras….y descargarlas de toda angustia y devolverlas en amor para que el niño pueda recogerlas de otro modo es una de las funciones más importantes que ejercen los progenitores. Es decir, para que desde niños podamos desarrollar bienestar, seguridad, comprensión y amor, dependemos del estado anímico abierto de nuestros padres dispuestos a recoger todo lo que volquemos en ellos.

¿Y qué puedo volcar yo y dónde?
¿Qué sujeto soy ahora en esta familia?

Aparece como siempre la búsqueda de sentido.

«La Búsqueda de sentido» que da nombre a mi querido blog y que hace de espejo en cada uno de mis textos a la necesidad de volver a ser…de renacer…de florecer….

Y cuando papá o mamá ya no están, aparece una búsqueda sin fin, de ser REconocido.
En muchas ocasiones nos va a sostener el ideal, y en otras tantas las identificaciones. Pero la búsqueda de sostén a veces no cesa y desea nutrirse de por vida.

«Pues aunque jamás se me olvidará esta fecha, hoy siento una tristeza distinta porque tuve que contar, casi con los dedos, los años que han transcurrido desde su muerte. ¿Cómo es posible que una hija pueda olvidar algo así si cada día de su vida siente la ausencia de su madre?
Pues hoy he sido consciente de eso, de que no recordaba cuántos años llevo viviendo sin ella.
Treinta y cuatro.
Parecen infinitos….son eternos…una vida entera.
A veces siento mucha envidia por pronunciar la palabra «mami». Yo la llamaría siempre mami».

Desde bebés experimentamos la angustia de separación. Ligada ésta a un miedo a morir que nos acompaña a lo largo de la vida, como si de nuevo fuéramos esos niños a los que mamá deja en la guarde sin saber si va a volver por nosotros.
De ahí la necesidad de elaborar el duelo de separación muy primariamente para no quedar atrapados en ese temor inconsciente a la perdida. Para no tener que buscar a mamá en las drogas, la comida, las compulsiones, el alcohol…queriendo sentir la misma satisfacción que la que sentimos arrullados en sus brazos.

Necesitamos tener una mamá en nuestra mente para no sentir el vacío y desconsuelo de la pérdida. Para no sentirnos huérfanos sin rumbo devastados por no saber contener el dolor. Un dolor que nuestra mamá omnipotente siempre hubiera arrancado de nuestra alma.

Me acuerdo de ti sin conocerte.
Te sueño despierta sin que Morfeo me visite.
Veo tu rostro en mis manos sin tener tu espejo frente a mi.
Y te veo.
Miro desde el anhelo de un abrazo tuyo.
Siento tus manos enredadas en mi pelo y adoro que me duermas así.
No oigo tu voz, ni tu risa pero escucho mi llanto. Siempre llamando a tu presencia.
Me pregunto si soy como tú. Si tu belleza es mi apellido.
No sé si te reconoceré.
No sé si vendrás a buscarme.
Sigo viviendo sin ti sin saber cómo se llega hasta aquí.
Sigo buscando quién soy sin ti.

A tod@s los que se tuvieron que nutrir del recuerdo de haber sido hijos.

Tres cosas que los niños necesitan del mundo

Tres cosas que los niños necesitan del mundo y que muchos están perdiendo en esta cuarentena:

(hablaré del término «PADRES» para referirme a padres y madres)

Los padres necesitan entender que no es solo un momento difícil para ellos como adultos sino que también es un momento muy crítico para sus hij@s y el desarrollo de su personalidad.

Lo primero que un niño/a necesita es sentir ESTABILIDAD en su vida.
Sentir que está a salvo.
Y ahora todo lo que vive es distinto a lo conocido: la escuela es distinta, el ver a los amig@s es distinto, el mundo es distinto y hasta sus padres son distintos.
Los niñ@s necesitan sentirse seguros dentro de tanto cambio a su alrededor.

Lo segundo que necesita un niño es SENTIRSE AMADO.
Que sepa y sienta que le quieren.
En esta cuarentena, muchos papás están conviviendo por primera vez con sus hij@s más de 7 horas seguidas. No es que antes no lo hicieran, sino que apenas les veían 4-5 horas. Da igual 4-5 que 5-6…. El caso es que muchos padres están descubriendo los gustos, necesidades, diversiones o dificultades de sus hij@s. Y eso les puede hacer sentirse desbordados dentro de cuatro paredes, día tras día. Soy yo el que se siente desbordado. Y la mayoría de las veces no es mi hijo/a el/la que me desborda.
Si unimos este malestar, al: no sé qué hacer para «entretenerlos»; a mi propio sentir; a que mis pensamientos me llevan una y otra vez al mismo tema; a que no se separan de nosotros los problemas económicos; al insomnio por nuestros miedos, nuestra incertidumbre y nuestro desasosiego por el «mañana»…..se nos olvida hacer sentir al otro que le amamos más allá del «hoy y sus dificultades».

Lo tercero que no puede perder un niño es la CERTIDUMBRE de que pase lo que pase, sea el «mañana» como sea, yo estoy contigo, esto pasará y se saldrá adelante.
Y ¿qué es lo que están escuchando los niñ@s la mayor parte del día? Noticias catastróficas, cifras de muertes, conversaciones telefónicas apocalípticas, conversaciones entre los padres acerca de la incertidumbre de «cuando esto termine», llantos por la pérdida de empleo, temor por la preocupación de contagio, noticias otra vez….y miedo. Mucho miedo.
Todo esto lo perciben a través de sus oídos pero también de las miradas de sus padres, de sus gestos y del trato que perciben.

Los adultos tenemos miedos, y rabia, y sentimos tristeza o desesperada…y nos sentimos indefensos y dependientes, sin control de la situación. Justo eso mismo es lo que puede sentir un bebé, un niño/a o un adolescente: una terrible angustia ante cualquier decisión que sus padres toman por ellos (por muy simple o banal que nos pueda parecer a nosotros).

Debemos transmitirle que será fuerte para atravesar las dificultades de la vida y realizará exitosamente su futuro.
«Y lo harás hijo mío gracias a tu fortaleza y porque yo te quiero y cuido de ti».

Escucho muchas quejas en sesiones porque los niñ@s no pueden salir a la calle. Si el confinamiento es lo que nos pone a salvo, mucho más les pondrá a ellos. Los niñ@s tienen una gran capacidad de adaptación y flexibilidad a cualquier entorno.
Volverán a sentir el sol en la cara, a retomar sus miles de actividades extraescolares y a correr maratones de esquina a esquina. Y hasta retomarán con ganas el reencuentro con el cole.
Pero necesitan el «contacto» desde «adentro». Podemos y debemos proporcionarles el modo de contactar con sus iguales, con llamadas, audios o videollamadas, pero sentir que están en famila, que se sienten seguros y amados les dota de una gran tranquilidad.
Lo que un adolescente no puede perder es «el contacto» con el «afuera», sea de la forma que sea necesita ese sentir que se une al otro, que está «conectado», no sólo con sus amig@s sino también con los «maestr@s» que son los profesores. Buscan la unión del profesorado en la pantalla porque hasta sus riñas las echan de menos. No importa nada más que seguir unidos y proyectar un futuro prometedor, ya que muchos de ellos conviven con la incertidumbre de las pruebas de selectividad.

Los niñ@s necesitan amor, seguridad y tolerancia. Todo el rato. Todo el tiempo…
Y en estos momentos de confinamiento muchos niños están perdiendo gran parte de esas bases vitales.

Nos encontramos con que cada miembro de la familia tiene dificultades distintas para satisfacer sus necesidades, y si nosotros como adultos no podemos controlar esa satisfacción, menos aún lo podrán hacer los niños/jóvenes ya que la autoridad escapa a sus identidades. La autoridad son los padres.

Se están produciendo entre las parejas choques, peleas, discusiones en las que ninguna de las partes puede salir de la escena y el clima familiar queda contaminado por un conflicto que nada bueno puede acarrear en confinamiento.
Tenemos disposición de tiempo y sentir tranquilidad será la veleta que marque una u otra dirección de nuestro viento.
Entre tener razón y estar tranquilos….opta por ESTAR TRANQUILOS y evitar conflictos.

Respecto a la TOLERANCIA, no significa que debamos permitirles que siempre digan y hagan lo que les apetezca. Ser tolerantes no es sinónimo de «ausencias de límites o frustraciones».

«Las frustraciones que en realidad importan son las relativas a la necesidad que tiene el niño de amor y cuidado por parte de sus padres. Siempre que estas apetencias queden satisfechas, las frustraciones de otras clases importan poco» (Bolwby).

Lo que sí es necesario y muy importante, es poder tener o desarrollar la habilidad de distinguir aquellas frustraciones que deben evitarse de las que son inevitables. La mayoría de las veces, un enfado en los niñ@s conlleva una pérdida de paciencia en los padres, Y VICEVERSA.
En múltiples ocasiones, hay una gran montaña de enfado, irritabilidad y hasta de elevado tono de voz de los padres que está generado por sus propias expectativas «fallidas» cuando el/la niño/a no se adapta a lo que yo quiero.
Por ejemplo, ¿cuántos enfados, irritabilidad y hasta gritos recordamos porque no comieron lo que yo quería que comieran, que yo había preparado durante mucho tiempo con todo mi amor y dedicación? Creo que recordaremos más de un enfado así. ¿Dónde nos lleva?

«Me quedé hasta tarde sin ducharme ni nada para preparar el puré de verduras de mañana porque no llego a todo. Les pongo lenguado o rape, no cualquier pescado, las judías verdes son frescas, nada de embotadas ni cocidas. Y me lo escupen en la cara porque prefieren meter la mano en cualquier plato que ven.¡¡Incluido el cuenco de la comida de la perra!!»
Esta era una de las últimas conversaciones con una mamá de dos mellizos de año y medio antes del confinamiento. Los niñ@s nos van marcando los pasos…el ritmo….y los tiempos. Hay que estar atentos y receptivos a esas señales.

Pero no solo hay irritabilidad o enfado en los padres, también en los hij@s. Y en muchas ocasiones no nos gusta o no podemos sostener las emociones que sacan al exterior: «no llores», «eso no es nada», «qué más te da hoy que mañana»….
Soportar las descargas de los hij@s de rabia, enfado y en ocasiones odio…les muestra que no nos asusta su sentir, que estamos sosteniéndolo y con ello permitiéndole dar una salida a todo eso que siente.
¡¡Que su sentir es válido!! Y esto es tremendamente positivo porque se le muestra al niño una «atmósfera de tolerancia en la que puede prosperar el autocontrol» (Bolwby).

Ahora bien, ¿cómo le hago ver a mi hijo/a que su sentir es válido, si yo misma no válido mi propio sentir cuando creo que debo ser «Superwoman», poder llegar a todo, hacer fitness, yoga y meditación, la comida y arcoíris de colores….hacer….hacer y más hacer….y además de todo eso….ser positiva????
Ahí es donde entra la importancia de la propia gestión emocional.

Actuar de un modo tranquilo pero firme no es incompatible. Es lo deseable. Si hay unos papás cercanos, receptivos, serenos y tranquilos, los niñ@s se empaparàn de todo eso. Ese clima generará bienestar siempre, más allá de los desacuerdos interfamiliares que puedan existir.

Si por el contrario hay gritos, desacuerdos en su presencia, faltas de respeto y ausencia de paciencia….ellos, los niñ@s, acabarán siendo los depositarios de esos conflictos. Estar irritados por «cosas nuestras» y volcar en ellos esa irritabilidad no es nada difícil.
De ahí la importancia de que los papás puedan encontrar un espacio donde sacar sus emociones, sus miedos, su angustia….y no reservarlo en su interior como almacenaje en una olla a presión…. porque acaba explotando en el mismo sitio.
Hablo de poder resolver nuestra tensión afectiva y regular nuestras emociones para gestionar nuestro autocontrol.

«Aquello que importa no es solo lo que hacemos, sino el modo como lo hacemos» (Bolwby).

Los adultos también tenemos sentimos se celos…de rabia…de irá…de impotencia….y los sacamos consciente o inconscientemente. Si esto sucede de forma ocasional no ejercerá la misma influencia en el niño/a que si es una dinámica personal o familiar continua e intensa. Y os aseguro que hay familias que el patrón de los gritos y los mandatos a voces es el pan nuestro de cada día. No es cuestión de ser psicóloga para darse cuenta, basta con tener vecinos.

Unos papás tranquilos, que aprendan sobre sus emociones y la gestión sobre las mismas, generará hijos emocionalmente sanos.

De toda mi experiencia clínica en la atención a adultos, a niños (y a sus padres) y concretamente con los Grupos de Reflexión de Padres que desde Vitaepsicoterapia se desarrollaron hace 3 años, puedo decir que la mayoría de ellos acaban viendo una parte de sí mismos que desconocían. En dichos grupos les invito a dejar de observar esa parte conflictiva con sus hij@s, para empezar a ver cómo ellos mismos fueron hijos…. qué tipo de niños fueron, qué tipo de niños les permitieron ser… qué tipos de papás tuvieron… Y esta nueva visión del «cómo yo fuí hijo» da un giro en la dinámica familiar y les lleva directamente al modo presente como padres, a su presencia o ausencia de autocontrol y a su tolerancia y modos de resolución ante las dificultades de la vida.

Escucho un audio de dos niños amigos de 8 años que se comunican a través del móvil de sus respectivas mamás tras la primera semana de confinamiento.
Uno trata de decirle algo al otro mientras de fondo se escucha un: «devuélvemeeeeeeee el móóóóóóviiiiiiiiiiiiil» a través de un gran grito lleno de fuerza. No sé qué emoción puede esconderse detrás pero su hijo lo detecta inmediatamente poniéndole su propio nombre:
niño 1: «no es por ti, es mi madre que está frustrada» En realidad dice «fustrada» y más allá de que sea consciente del verdadero significado de la palabra, él sabe perfectamente lo que quiere decir.
-niño 2: «lo siento…. Tú puedes llamarnos (se refiere a él y a su hermano) cuando quieras, nosotros siempre estamos disponibles».

Aquí sin ver nada más, sin conocer nada más, se distinguen dos tipos de dinámica familiar entre el niño 1 y el niño 2.

Preguntémonos, ¿Qué tipo de sensibilidad tenemos o mostramos ante las necesidades de ellos?

Pensemos en la dificultad que todo adulto tenemos en nuestra regulación emocional, concretamente en la regulación de nuestra propia ambivalencia (amor-odio).

Estamos muy centrados en que obedezcan las normas, nuestras normas, y se nos olvida lo lejano que puede quedar la raíz del vínculo con esa asunción de la disciplina.
Y ¿qué pasa cuándo no conseguimos esa obediencia?
Mamás y papás agotados, frustrados y enfadados. Y cada vez más lejos de lo verdaderamente importante:
«Hacer que se sientan amados».

Os invito a reflexionar…. Si un amiguito de mi hijo/a hace algo que se aleja de mis expectativas….o no se comporta dando gusto a mi deseo o a mis normas, ¿le tratamos igual que a nuestro hijo? O ¿somos más delicados y en definitiva más tolerantes?
Generalmente nos resulta más fácil tratar a los hij@s de otros que a los propios, y a los nenes parece que les pasa algo similar, ya que estar en una casa que no es la suya también les resulta sencillo ya que casi siempre son «modelos de comportamiento». Acaban comiendo lo que nunca comen y comportándose como nunca lo hacen en su casa.

Una actuación amable y cariñosa siempre va a ser mejor opción que un castigo. Siempre.
Además de poder enseñarle un modelo de regulación emocional. Aspecto más que importante para el desarrollo de su personalidad.

Mi esfuerzo como terapeuta está encaminado no tanto a la atención infantil sino más centrada en ayudar a los padres en la resolución de sus problemas emocionales y en la gestión de sus sentimientos, que los permita así desarrollar las destrezas y habilidades que ya poseen y solo deben dejar salir de ellos mismos, para convertirse en los papás que desean ser.

 

Este post está inspirado en Frank Pucelik y en las enseñanzas y las lecturas de J. Bolwby.

 

«No puedo respirar»

Nuestros pulmones enferman.

Están dejando de funcionar. El Covid-19 atraviesa sus paredes e invade así su vida allí. Este virus instala su vida en ellos. Y lucha por vivir.
Se produce así una batalla entre la lucha por la vida entre dos partes. Pero inevitablemente, como en toda guerra, la vida de uno conlleva la muerte del otro.
¿Y si este virus nos está gritando «algo» porque es la única forma que tiene de que escuchemos?
Algo que tiene que ver con cómo nos relacionamos…con cómo nos vinculamos…con cómo amamos….Ante qué nos resistimos…
¿Y si está poniendo en enfermedad -ya que este virus no puede poner palabras- nuestra manera de vivir y de relacionarnos con el mundo?

Mi colega y querida amiga Dra.Rodríguez, clínica de corriente psicoanalítica, me mandaba un mensaje para que escribiera sobre esto: nuestra visión compartida sobre esa falta de aire que tantas veces sentimos.

Pasamos nueve meses cobijados por nuestra mamá. Nueve meses en los que nuestra vida depende de la suya. Nueve meses encerrados creciendo en un vientre del que no queremos salir.
«Respiramos»….porque ella respira.
No es hasta el momento de nuestro nacimiento donde verdaderamente hacemos nuestra primera respiración.
Es en esa salida al mundo cuando nuestros pulmones toman aire por primera vez. No debe ser fácil para el bebé. Seguramente es ese corte del cordón umbilical el que le produce esa primera sensación de
«me falta el aire». Y es en esa primera inspiración cuando sus pulmones deciden empezar a caminar.

Hasta que ese bebé puede poner palabras, serán sus órganos de contacto los que hablarán por él. En algunos casos, dando señales o síntomas.
Esos órganos de contacto con el mundo que le rodea, con las personas que deben sostenerlo, son la piel y los pulmones.
Nuestros pulmones son de mayor extensión interna que la piel. Respiramos cada día unas 20.000 veces. Son nuestro vehículo entre el «adentro y el afuera»; entre yo y el mundo; entre yo y el otro; entre yo y los otros. Son, ahora que ya no somos bebés, el cordón umbilical que nos une al mundo.
A la vida.

Si nos impiden respirar, nos impiden vivir.

«No puedo respirar»….»Me falta el aire» son las expresiones más escuchadas en una persona que padece ansiedad. Me falta el aire viene a decir: me falta libertad.
Si me falta libertad, quizá me sienta cohibido, quizá inhibido, quizá reprimido…. quizá. El miedo me paraliza y si no encuentro defensa psíquica, habrá un desbordamiento en forma de síntomas que hablen por mi.

Torwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke señalan: «Cuando a uno le cuesta respirar, ello suele ser señal de que teme dar por sí mismo los primeros pasos con libertad e independencia.  La libertad le corta la respiración, es algo insólito que le produce temor».

Una libertad de expresión, de movimiento, de vinculación, de deseo, de ser y poder ser lo que soy y no lo que intento mostrar que soy.
«Me ahogo»: es el corte con el «afuera». Es la asfixia. Con uno mismo y con el mundo.

Inspirar es tomar aire, incorporar del afuera, meter algo del exterior en nuestro interior: crear un vínculo.
Cuando nuestros pulmones fallan, es un respirador el encargado de mantener ese vínculo con el exterior. Es un proceso activo.
Espirar en cambio es un proceso pasivo, es calma, es soltar, expandir….Es fin y principio a la vez. Es expulsar la toxicidad para poder llenar de luz.
Y este vaivén del aire, este proceso de movimiento del aire entre el Interior y el exterior, es la respiración.
Es el transporte de oxígeno desde la atmósfera hasta los alvéolos pulmonares y la eliminación de dióxido de carbono desde los alvéolos al exterior.

Nuestro planeta también se asfixia con nosotros, porque respira el mismo aire. Quizá nosotros seamos el covid-19 de nuestra tierra, y establecemos también esa batalla por la vida. Invadir para vivir. Tal como hace este virus con nosotros.
Me pregunto si seremos capaces de reflexionar lo que se nos está mostrando a través de la enfermedad.

«La respiración impide que el ser humano se cierre del todo, se aísle, que haga impenetrable la frontera de su yo. Por muy deseoso que el ser humano esté de encapsularse en su ego, la respiración le obliga a mantener la unión con lo ajeno al yo».
Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.

“O-DIOSAS” ODIADORAS

Vitae Psicoterapia

Este pasado domingo 18 de febrero en el programa de Jordi Évole «Salvados» se reflejaba cómo en las redes o a través de ellas seguimos “compartiendo odio”:

El odio es una de las principales fuerzas de la condición humana, una pasión, un motor, amor y odio, son las 2 fuerzas que nos mueven a buscarnos, a reconocernos, a identificarnos…o todo lo contrario…a separarnos, a no reconocernos como iguales, a marcar distancias y diferencias, a destruir al otro a a lo que nos disgusta en ellos”. (Salvados – 18-02-18).                                                                                              

En la pasada publicación de Vitae ya compartimos estas sensaciones pero me temo que seguiremos hablando, reflexionando y leyendo sobre ello. Hace unas semanas, Alexandra Pereira del blog “Lovely-Pepa” denunciaba públicamente en su canal de youtube el acoso que estaba  sufriendo en un foro casi desde el inicio de sus publicaciones. Nueve años sufriendo insultos, mofas, ridiculizaciones, vejaciones a sus personas queridas por el simple y difícil hecho de estar en el ‘top de las bloggers’. Un foro en una sección de una renombrada revista en el que sólo se hacía eso: mofarse y criticarla. Palabrería llena de prejuicios y atribuciones negativas y hostiles. Lo más increíble: esos insultos y descalificaciones provienen en su grandiosa mayoría… de otras mujeres.

Mientras, fuera del ciberespacio, se promueven continuas reacciones sociales, como el “#metoo” que reivindican una visión de igualdad y de dignidad de la mujer. Parece que, enmascaradas tras las redes, se esconden discursos de odio de parturientas mujeres que engendran vergüenza de género sólo de pensarlo: parece que somos las mujeres (algunas o muchas) las peores enemigas de nuestro género y nuestras profesiones. Nuestras peores enemigas somos nosotras mismas. Mujer contra mujer.

En realidad todo esto es el reflejo de lo que se ha producido socialmente toda la vida: unos que desean lo que otros tienen pero que no pueden elaborarlo de ningún otro modo que no sea la destrucción sádica del otro. Mordiendo con saña hasta desgarrar a esa persona que o bien nunca podré parecerme ni llegar a ser… O bien me recuerda tanto a lo que no me gusta de mí mismo que sería insoportable poder asumirlo en mí persona, motivo por el que lo proyecto fuera, en otra persona.

¿Somos odiosos y estamos dejando al desnudo lo que somos? ¿Sabemos lo que somos?

Valiente tú, querida Alexandra, por enseñarnos hasta qué punto la envidia es el mayor ácido corrosivo de nuestra sociedad. 

Escribiendo estas líneas me asomo a esta cita del escritor inglés Samuel Butler: “El hombre es el único animal que puede permanecer en términos amistosos con la víctima que tiene intención de comer, hasta que se la come”

Y esta cita me lleva a su vez a la figura del «Chivo Expiatorio». Rituales religiosos recogen en sus tradiciones sacrificios de algún animal para la expiación de los pecados de la población. A este chivo expiatorio se le sacrifica, aún siendo inocente, para que toda la tribu recupere el bienestar y se le conceda así el perdón de los pecados. 

El chivo expiatorio es un inocente al que las personas de un grupo acusan, culpan y castigan por los errores o problemas de otros. Se le expulsa de esa identidad de grupo porque es más fácil ese sacrificio que el análisis personal de responsabilidades de cada uno de sus miembros. Personas que usan a personas para descargar las basuras propias y que así sus putrefactos errores no huelan tanto. La peste es de otro.

Si frecuentemente ocurre con los miembros de la propia familia o incluso con el propio grupo de amigos, imagínate, Alexandra, qué no va a suceder en un foro donde todas llevan máscaras venecianas con un objetivo en común, que da sentido al grupo y la posibilidad de disociar ”las buenas” de “la mala», el que está dentro y el que queda fuera, que en tu caso se plasma en “nosotras”, las líderes que formamos un grupo que nos da entidad e identidad… Y “tú”, esa que no permitimos CON nosotras pero que de modo inconsciente deseamos ser COMO eres, hacer lo que haces, sentir como sientes y tener lo que tienes. Si tu presencia y comportamiento difieren de lo estipulado, se convierte en una amenaza potencial para el equilibrio y el funcionamiento del grupo.   

Si caminas y avanzas más que el propio grupo… no te lo perdonarán.
Si la persona tiene una personalidad independiente, receptiva, sensible y empática, si es honesta y creativa, aún se convierte en presa de mayor vulnerabilidad para el grupo. Dejando la belleza y el atractivo personal a un lado… ya que son factores que suman para la candidatura a tal presidencia.

La elegida como «chivo expiatorio» muchas veces es alguien a quien se le culpa por todo, la que soportará las acusaciones y los reproches del resto de amigos. Son las cualidades de esa persona las que el grupo no acepta ni tolera y por ello desea convertir a esa persona en “alguien diferente” que es la amenaza grupal por ser quien despierta los celos, la envidia y la inseguridad en las otras personas. Es el grupo el que es incapacidad de tolerar su propia debilidad y sus defectos, pero cada uno de sus miembros, para evitar así su propia angustia, es instruido por su líder para apoyar la culpabilidad del chivo expiatorio. Todos se adaptan perfectamente a ese rol.

Vitae Psicoterapia“Pensando en ti como ahora pienso” te escribo todo esto por si pudieras encontrar respuesta a tus porqués. Quizá en estas pinceladas pueda ayudarte a dar algo de comprensión a toda esa sinrazón. No te insultan porque seas inferior o ridícula sino para hacerte creer que lo eres. Y es maravilloso que NO lo hayas permitido… que tu ser fuerte te haya mantenido en pie porque todos sabemos que hay mucha gente que no lo puede resistir, que las burlas e insultos les han superado y que, casi con seguridad, la única forma que encuentren de superarlo sea a través de nuestra ayuda terapéutica.

Estas mujeres narcisistas y “odiosas haters” pretenden nombrarte como desean que seas, no como eres en realidad.

«En lugar de proyectar su violencia hacia el exterior contra un chivo expiatorio, deberían nombrar y confrontar honestamente la disfunción existente dentro de ellos mismos.» Robert Barron.

Pensamiento y palabra son dos conceptos que van de la mano, de tal modo que lo que hablamos influye directamente en lo que pensamos. Si en nuestras palabras hay respeto, en nuestro pensamiento hay respeto. Si en nuestras palabras hay ira, en nuestro interior bailan huracanes de rencor. A nivel cognitivo y basándonos en la neurolingüística: gran parte de lo que se dice acaba creando lo que se piensa. Y, a su vez, el pensamiento crea forma.

La pesada mochila que debe soportar un chivo expiatorio le lleva a transitar por espacios psicológicos difícilmente libres de angustia y tormento. Ser acusado, rechazado, culpable sin más motivo que el porque sí, puede tener consecuencias psicológicas importantísimasEn cambio tú, querida Alexandra, te vuelves fuerte ante la adversidad y te decides a escupir aquella lava latente desde hace años y en un desgarrador grito de socorro te vuelves la reina de nuestra empatía y haces que podamos vernos y expresarnos a través de tus ojos, de tu fuerza… “No estáis solas” es el mensaje que lanzas a todas aquellas personas que, como tú, se puedan sentir devastadas por semejantes rebaños de odio….

”No estás sola” es LO QUE YO TE DIGO A TÍ. 

«Una mujer que sabe lo que quiere,

que surca sola los mares de sus fantasmas,

Una mujer decidida, creativa, fuerte y segura de sí.

Una mujer inteligente y culta,

que afronta sus propios retos y supera sus metas.

Una mujer libre, que vuela sus sueños.

Que no sigue rebaños y se sale de la norma.

Una mujer sencilla en su complejidad,

empática, sensible y justa.

Una mujer admirada y bella.

Y ciegamente guapa….

Una mujer así, asusta a muchas mujeres».

Dedicado a todas y cada una de las personas que en algún momento de su vida se sintieron pequeñitas y tuvieron miedo de ser quienes son.

LAS GANANCIAS DE LAS PÉRDIDAS

Al mal tiempo, buena cara; sacar el lado positivo de las cosas; si la vida te da la espalda, tócale las nalgas… Son algunas de las frases que hemos escuchado o dicho en distintos momentos de nuestra vida. Hay una que a mi me gusta mucho: “Si la vida te da limones, haz limonada” (¡¡o pide tequila y sal!!).

¿Has intentado hacer limonada con los limones que te da la vida? Cuando tenemos limones, o nos conformamos con lo amargo y lo ácido de la vida o aprendemos a sacar provecho a lo que tenemos, exprimimos el jugo que sale y disfrutamos de ello.

Las cosas no tienen un solo lado. La clave está en poder ver “el otro lado de las cosas”. Hay quienes ven nevar mirando tras la ventana, como observadores de una vida que ellos no se atreven a vivir; y hay quienes salen a mojarse con los copos que caen y se empapan haciendo bolas de nieve.

Cada decisión que has tomado en tu vida te ha llevado donde estás ahora. Quizá te dejaste llevar por la corriente, quizá era lo que otro quería para ti…pero si te planteas que el rumbo tiene que ser distinto, no puedes “no hacer nada”,  sino que puedes virar el timón y seguir navegando. Todo avance trae dudas, incertidumbre, inseguridades… pero lo importante es que puedas darte cuenta que nunca es tarde para empezar a crear la vida que quieres.

¿Decides o deciden? ¿Caminas o te llevan? ¿Saltas o te empujan?

Decidir cambiar el rumbo lleva tropiezos, pero los pasos siempre son los mismos: caerse, levantarse y volver a caminar. El camino no es llano, el mar no siempre está calma, pero si eres tú quien lleva el timón el viaje lo harás con mucha más seguridad. La vida se va y no te va a esperar.

PSICOTERAPIAAl escribir estas líneas me vienen multitud de situaciones en las que una persona piensa que está perdiendo algo, cuando en realidad está ganando mucho.

Atravesar por un proceso de separación se asocia inmediatamente con pérdidas… la disgregación familiar, el reparto de bienes, la soledad…pero no solemos pensar en las ganancias encubiertas en esas pérdidas. Son los miedos al cambio y a la incertidumbre los que nos mantienen muchas veces en la “zona de confort”  haciendo de nuestra existencia una rutina sin plantearnos alternativas posibles. Es el miedo a encontrarme si te pierdo…Miedo a tener control o a mi descontrol. Más miedo a perder que motivación por ganar.

Por eso cuando aparece otra persona, un nuevo o antiguo amor y me empuja a tomar la decisión de poner fin a esa que creía mi vida, no es más que una justificación para atreverme a dar el paso que el preso ansía. Esto, puede llegar a resultar más sencillo que decirte: “no sé qué me pasa, qué nos pasa, no siento lo mismo, no quiero seguir contigo aunque te quiero”.

Perder la casa que hasta ahora había sido mi casa o el negocio que llevamos a medias, o renunciar al mismo para que mi presencia no te incomode es, en muchas ocasiones, GANAR vida. Perder un poco de ti, de lo que te pertenece, es ganar independencia, ganar libertad, ganar control sobre tu vida y la capacidad de poder elegir.

Atravesar momentos duros o sentir una profunda tristeza con la vivencia de  circunstancias adversas, nos dota también de un efecto protector. El dolor emocional nos fortalece y nos ayuda a tomar el impulso necesario para seguir nuevos caminos.  Hay algunos animales que necesitan hibernar para protegerse así de las durezas del invierno, y salir vigorosos tras él.

Claro está que si hablamos de separaciones, una parte siente que gana y otra que pierde. Importante es poder ver dónde estás poniendo tu foco de visión. Se pierden nucleos afectivos, se pierde a veces la crianza de los hijos (a veces su amor), se pierde una familia, una seguridad emocional, a veces una seguridad económica y un nivel de vida asociado a la misma… se pierde hasta el saber quién es uno mismo. Hay que aprender quién soy yo ahora y quién es esta compañera de viaje «que se llama soledad”.

En muchas ocasiones hemos deseado alejarnos de todos pero por distintas circunstancias no hemos dado ese paso aunque solo fuera por minutos. Los momentos de estar solos son valiosos porque permiten la introspección y relajación. Una mamá me expresaba que necesitaba irse una hora al Spa pero que era incapaz de hacerlo porque ello significaba tener que dejar a su bebé al cuidado de otra persona y concebía que este gesto era de una madre egoísta que se va a disfrutar de unos minutos sola mientras su bebé la necesita, sin plantearse que “perder” esos minutos de presencia la dotarían de unas ganancias mayores al aportarle calma, serenidad, bienestar… Una mamá estresada y angustiada tendrá un bebé estresado y angustiado.

Retirarnos “a ratitos” del mundo exterior y de la interacción con los demás hace que nuestro mundo interior también se nutra. Aprender a no depender de otros para estar satisfechos es una buena receta para ganar autonomía y fortalecerse para cualquier dificultad. Cualquier dificultad es pasajera, pero también la felicidad lo es.

La vida es para compartirla con quien decidas ir de la mano. Poder caminar sacando el lado bueno de las cosas no es cuestión suerte, sino de sentir que cada paso que das es una pieza más que forma el puzzle de tu vida, ese que da sentido a tu historia personal.

Sacar la ganancia de la pérdida sólo es posible si se quiere…. si no, seguiremos pensando que el mundo es un monstruo que nos persigue, que nos tiene manía y que mi persona es un gran “cenizo” que tiene muy mala suerte.

Lo inevitable es vivir con o sin, contigo o sin ti, aquí o allí, conmigo o sin mí. Lo valiente es que puedas decidirlo tú.

PSICOTERAPIA

Tres cosas que aprendí cuando mi avión se estaba estrellando

Hay quienes afirman cómo tras escuchar este discurso de apenas 4 minutos, no son los mismos. Es un relato de hace años pero por distintas circunstancias, hoy es un magnífico día para recordarlo y para que seáis vosotros quienes juzguéis si os movió algo…. si os hizo pensar… reflexionar… si algunas de las palabras o frases se os agarraron por dentro para no soltaros o si os estremeció sin saber exactamente nada más:

“Imaginen una gran explosión cuando estás a 900 metros de altura. Imaginen un avión lleno de humo. Imaginen un motor haciendo clac, clac, clac, clac, clac… Suena aterrador. Bien, yo tenía un asiento único ese día. Estaba sentado en el 1D. Era el único que podía hablar con los asistentes de vuelo, así que de inmediato los miré, y dijeron: “no hay problema; probablemente golpeamos algunas aves. El piloto ya había virado el avión, y no estábamos tan lejos. Se podía ver Manhattan. Dos minutos después, tres cosas sucedieron al mismo tiempo. El piloto alineó el avión con el río Hudson. Generalmente esa no es la ruta. Apagó los motores. Imaginen estar en un avión y sin ruidos. Y luego dijo tres palabras: las tres palabras más impactantes que haya escuchado nunca. Dijo: “Prepararse para el impacto”. No tuve que hablar más con la asistente de vuelo, pude verlo en sus ojos, era terror. La vida se terminaba. Quiero compartir con ustedes tres cosas que aprendí sobre mí mismo ese día.

Aprendí​ ​que​ ​todo​ ​cambia​ ​en​ ​un​ ​instante. Tenemos esta lista de cosas para hacer antes de morir, estas cosas que queremos hacer en vida, y pensé en toda la gente a la que quería llegar y no lo hice, todas las cercas que quería reparar, todas las experiencias que he querido tener y nunca tuve. Mientras pensaba en eso más adelante, me vino una frase que es: “colecciono vinos malos”. Porque si el vino está listo y la persona está ahí, lo voy a abrir. Ya​ ​no​ ​quiero aplazar​ ​nada​ ​en​ ​la​ ​vida. Y esa urgencia, ese propósito, realmente ha cambiado mi vida.

Lo segundo que aprendí ese día…Y esto es mientras evitábamos el puente George Washington, que no fue por mucho… pensé sobre… realmente siento un gran pesar. He vivido una buena vida. En mi humanidad y con mis errores. He tratado de mejorar en todo lo que hice. Pero en mi humanidad, también di ​lugar​ ​a​ ​mi​ ​Ego.​ ​Y lamento el tiempo que desperdicié en​ ​cosas​ ​que​ ​no​ ​importaban​ ​con​ ​gente​ ​que sí​ ​importaba.​ ​Y pensé en mi relación con mi esposa, con mis amigos, con la gente… Y después, cómo medité en eso. Decidí​ ​eliminar​ ​la energía​ ​negativa​ ​de​ ​mi​ ​vida.​ ​No es perfecta, pero es mucho mejor. Ya no trato de tener razón; elijo ser feliz.

Lo tercero que aprendí… y esto es como que tu reloj mental va descontando, “15, 14, 13..” ves el agua aproximarse, estoy diciendo, “por favor vuela”… no quiero que esto se rompa en 20 piezas como se ven en esos documentales. Y mientras descendíamos tuve la sensación de… morir no da miedo. Es casi como que hemos estado preparándonos para ello toda nuestra vida. Pero fue muy triste. No me quería ir. Amo mi vida. Y esa tristeza se enmarca en un único pensamiento, que es, sólo deseo una cosa, ojalá pudiera ver a mis hijos crecer. Y para mí esa​ ​era​ ​toda​ ​la​ ​razón​ ​ ​de​ ​ser​ ​del​ ​mundo.​ ​ ​En ese punto comprendí, al conectar esos dos puntos, que lo único que importa en mi vida, es ser​ ​un​ ​gran​ ​padre.​ ​Sobre todas las cosas, la única meta que tengo en la vida es ser un buen padre.

Se me concedió el milagro de no morir ese día, y se me concedió otro regalo que fue la posibilidad de mirar el futuro y volver y VIVIR DE OTRA FORMA.

A ustedes que están volando hoy les desafío a que imaginen que lo mismo les pasa en su avión (y por favor, que no sea así), pero imaginen: ¿qué cambiarían, qué es lo que harían que aún esperan hacer porque piensan que van a vivir para siempre? ¿Cómo cambiarían sus relaciones y la energía negativa en ellas? Y lo más importante: ¿están siendo los mejores padres que pueden?».

Ric Elias, superviviente del accidente de avión que aterrizó en el río Hudson. Nueva York, 2009.

CLAVES PARA QUE TUS HIJOS VUELVAN A LA RUTINA TRAS LAS VACACIONES

… Y tú no tengas que ir directa/o al psicólogo 😛

Vacaciones: dícese de no tener horarios fijos, ausencia de rutinas, incremento de chuches, siestas a deshoras, acostarse a las 12 de la noche, tele… tele… calle, más calle… desayunar a la una del mediodía, jugar… jugar… y jugar.  Septiembre: rutina. Y si hay que pasar de eso a lo otro en un día… ¡Me temo que el descontrol puede ser im-presionante!

Las rutinas para ellos ayudan también a los padres, que todo se vuelva a posicionar aporta orden y facilita los hábitos que han de ir reapareciendo nuevamente. Instaurar un pequeño periodo adaptativo puede resultar de gran ayuda para toda la familia.

Si la vuelta de las vacaciones es difícil y a veces traumática para ti… también lo puede ser para tu hijo/a. Por eso, has de ayudarle facilitándole las cosas y a la vez, te estarás ayudando a ti.

  1. No esperes al día anterior de iniciar el cole para empezar con las rutinas, esto puede resultar un ‘fracaso absoluto’ para toooodaaaa la familia. Unos días antes, ve adoptando algún cambio, no todos a la vez, y en días posteriores ve introduciendo el resto.
  2. Mantén una actitud positiva frente a estos cambios ya que si tus hijos te ven y te sienten de mal humor, pesimista y desmotivado/a… es probable que adopten los mismos estados. No olvides que se miran día a día en ti.
  3. Adelanta la hora de que se vaya a dormir. Imprescindible rutina para que las demás vayan instalándose fácilmente. El primer, segundo y tercer día… ¡te costará sudores! Pero tras ese período poco a poco tu polluelo dejará de resistirse. Te dejo una tabla orientativa de las horas de irse a dormir según las recomendaciones pediátricas. VITAE PSICOTERAPIA
  4. Si ha perdido la rutina de hacer actividades escolares durante el verano, leer un rato antes de acostarse le ayudará no sólo a relajarse e introducirle al sueño, sino que le servirá también a modo de rutina escolar. Mucho mejor que ponerle directamente con las mates después de tanto descanso.
  5. Al igual que con el sueño, adelantar los horarios de las comidas/cenas facilitará mucho la entrada en este nuevo periodo post-vacacional. Es como decirle a nuestro cerebro que sintiéndolo mucho, hay que volver a lo de antes.
  6. Empieza a despertarlo/a antes unos cuantos días previos al inicio del cole, para que llegado el momento, las prisas y el malhumor no invadan tu casa.
  7. Prepara alguna actividad a corto plazo, para el próximo fin de semana tras la vuelta al colegio por ejemplo. Hacer una excursión al campo, quedar con los compañeros del cole o salir en bicicleta en familia puede resultar de gran ayuda en la vuelta a la rutina ya que las metas cortas son muy estimulantes.
  8. Motívale con los nuevos materiales del cole, hazle partícipe en la elección de los mismos, la ropa o uniformes nuevos, háblale con emoción y positividad sobre el nuevo curso y la cuesta… será más llana para todos.
  9. Ten paciencia… sé comprensivo/a con el pequeño porque no se resiste porque sí, ayúdale a comprender qué es lo que ocurre y no sólo porque lo dices tú.
  10. Si nada de esto te ayuda en obtener una vuelta a la rutina calmada y positiva, entonces sí… ¡Llámame y concertamos una cita! 😛

EL DOLOR DEL DUELO

VITAE PSICOTERAPIA

Temor a una vida en ruinas sin ti…

Desde que nacemos estamos perdiendo. Perdemos a medida que vamos ganando: desde el momento en que separan la unión con nuestra madre por el corte del cordón umbilical para ganar la toma de aire a través de nuestros pulmones… no dejamos de tener pérdidas. Nos pasamos la vida APRENDIENDO A PERDER. Perdemos a mamá que se va a trabajar: ganamos descubrir interactuando en una guarde; Perdemos amigos que se cambian de cole: damos espacio a otros que están cerca; duelamos al niño que dejo de ser al pisar la adolescencia: ganando descubrir quién quiero ser... Unas pérdidas son pequeñas, y otras son demasiado grandes, pero consciente o inconscientemente vamos atravesando distintos duelos. Aunque la pérdida más común a la que nos referimos al hablar de duelo es la muerte de las personas significativas para nosotros.

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